
LA FINALIDAD DE ESTE ESPACIO
La finalidad de este Espacio es que accedas al conocimiento que guardan sus páginas y surja en tu mente la inteligencia.
Aquí no estoy ofreciendo teorías, un sistema de filosofía que se pueda seguir ciegamente –eso sería catastrofico, sino que te brindo algo con lo que puedes trabajar, algo práctico, algo con lo que trato de despertar en ti el deseo de un verdadero e inteligente obrar.
Muchas personas que entren en este espacio no entenderán, al principio, el conocimiento que intento transmitir. Lo que pueden hacer, si quieren, es pensar a fondo sobre los textos que encuentren, reflexionar al respecto y ver si lo que decimos es verdadero. Pero reflexionar sobre esas palabras no significa intelectualizarlas, o sea, no es sentarse y hacer que pierdan su aroma y significado por medio del intelecto. Para averiguar si lo que aquí decimos es verdadero deben ponerlo en acción. Y esto significa plantar la semilla de la que, con trabajo y sacrificio, florecerá la inteligencia.
Muchos se dicen espirituales cuando en verdad no saben en qué consiste la espiritualidad, aunque puede que no les falte, ciertamente, buena voluntad. Muy posiblemente se encuentren aprisionados por el corsé de doctrinas y la influencia de individuos sectarios, y sientan en su interior que hay algo en sus vidas que no va bien y que su buena voluntad no es suficiente para remediarlo. Es necesario que sepamos lo que realmente es la espiritualidad, porque una espiritualidad mal entendida nos extravía y resulta nefasta para la humanidad.
La espiritualidad no busca gozar o disfrutar el placer de determinadas experiencias, ni busca encontrar, desarrollar, cultivar o lograr nada, ni dentro ni fuera de uno mismo. Es cierto que la vida espiritual es la mayor aventura en la que una persona se puede embarcar y que supone un desarrollo integral, pero en el momento en que se desea alguna cosa, como alcanzar o experimentar algo, se pierde la esencia misma de la espiritualidad. Tampoco pueden existir reglas, leyes ni doctrinas morales o espirituales, pues lo que es adecuado en una situación puede ser inadecuado en otra y lo que es hoy verdad mañana puede faltar a ella. La espiritualidad “sólo” requiere ser conscientes, aquí y ahora, y obrar adecuadamente.
Lo que nos proponemos hacer con este tipo de espacios es ayudar a la humanidad, ayudar al ser humano a liberarse del sufrimiento, de la confusión, del conflicto, mediante una realización completa y profunda.
Esta realización no se encuentra en la egoísta expresión personal, ni en la compulsión, ni en la imitación. Tampoco se encuentra en ningún tipo de sentimientos o de creencias fantásticas, porque esta realización sólo surge a través del ser consciente y obrar adecuadamente. Únicamente a través del claro pensar y del actuar inteligente podemos cruzar esta corriente de la angustia y del dolor. Hay una realidad que debe ser comprendida y gracias a esta comprensión surge la auténtica y profunda realización.
Para obrar apropiadamente, con toda la riqueza y la belleza que esto significa, la mente tiene que ver, tiene que comprender y librarse, por la tremenda fuerza de la misma comprensión, de todo su condicionamiento, del trasfondo de la tradición, de las creencias, del hábito y del prejuicio. Todo esto impide la comprensión completa de la Vida y, por eso mismo, ocasiona confusión y sufrimiento. Hemos creado un mundo horrible y cruel y, o somos conscientes de este caos o estamos completamente adormecidos viviendo en un mundo fantástico, en una ilusión.
Pero sólo podrá haber un cambio fundamental y perdurable en esta bella Tierra, sólo podrá haber amor y una inteligente y adecuada realización cuando nosotros mismos despertemos y comencemos a liberarnos de la red de ilusiones, de las múltiples ilusiones que, a causa del temor, hemos creado respecto de la Vida y de nosotros mismos. Cuando la mente se libera de estos obstáculos, cuando existe esa consciencia y comprensión que provoca una verdadera, profunda y espontánea transformación intensa, sólo entonces pude haber una auténtica acción que transforme el mundo.
Para tener esta profunda y necesaria transformación debemos volvernos plenamente conscientes de la estructura que hemos creado respecto a nosotros mismos y en la que ahora nos hallamos presos. Valores, ideales, creencias que actúan como una red para sujetar a la mente. Y al cuestionar y comprender todo lo que significan, nos daremos cuenta de cómo han surgido a la existencia y se disolverán por sí mismos. Antes de actuar con plenitud ante la sinrazón debemos conocer la prisión en la que estamos viviendo. Cada uno debe hacerlo por sí mismo, pues se trata de un conocimiento que ninguna otra persona puede transmitírnoslo. Mediante nuestro propio despertar de la inteligencia, mediante nuestro propio sufrimiento, descubriremos la manera de obrar adecuadamente.
Cada uno de nosotros está buscando tanto objetiva como subjetivamente seguridad, poder y placer. Si somos conscientes de lo que ocurre en nosotros mismos veremos que estamos persiguiendo externa e internamente la propia seguridad, deseamos obtener poder y experimentar placer. Pero esto es un pensamiento y una acción egoísta que genera sufrimiento tanto en uno mismo como en las demás personas.
Esta búsqueda egoísta de seguridad, poder y placer se expresa por medio de la familia, que se vuelve un centro de explotación basado en la codicia. “Amor a la familia” no es nada más que afán posesivo. Si lo examinamos bien veremos que el afán, esa búsqueda, se expresa también en las divisiones de clase, en la estupidez del nacionalismo, en los odios y en los antagonismos raciales y, finalmente, en la crueldad de la guerra. Así, a causa de nuestros propios deseos egoístas, hemos creado un mundo de nacionalidades y gobiernos soberanos en conflicto, cuya función es prepararse para la guerra y forzar al ser humano a luchar contra el propio ser humano.
Asimismo, esta búsqueda de seguridad, certidumbre, poder y placer se expresa en lo que llamamos religión. Crédulamente, nos gusta pensar que estas formas organizadas de creencias llamadas religiones, han sido creadas por seres divinos. Somos nosotros mismos los que las hemos creado para nuestra propia conveniencia. Esas creencias organizadas únicamente están creadas por interés y sólo sujetan, esclavizan, separan y explotan al ser humano.
Todo este deseo se encuentra mezclado con miedo, por eso nos sometemos a quien nos ofrece algo positivo. Mientras existe en cualquiera de sus formas el deseo, el egoísmo, tiene que haber miedo, el cual sólo hace que engendrar autoridad, y de esto se derivan la sutil crueldad y la estupidez de someterse uno a la explotación. Esta explotación es tan sutil, tan refinada, que uno llega a enamorarse de ella llamándola progreso espiritual y avance hacia la perfección.
Mientras la mente se encuentra atrapada en la red de los valores falsos, no puede haber plenitud de realización. Sólo esa plenitud puede revelar la verdad, el movimiento de la vida eterna. Cuando uno ve todo esto y se libera de lo falso, sólo entonces puede haber creación del medio correcto para el conjunto de la humanidad. Cuando comenzamos a cuestionar todos estos valores despertamos la verdadera inteligencia; esta inteligencia es lo único que puede resolver los innumerables problemas humanos, y es la inteligencia lo que nos proponemos despertar en el ser humano.
QUE ES LO QUE SE BUSCA:
Cada uno accede a estos textos buscando algo diferente. La búsqueda de cada uno varía; varía el objeto de la búsqueda. El objeto de nuestro deseo está cambiando constantemente, de manera que quien se acerca a estas palabras normalmente no sabe con claridad lo que busca, lo que desea. Pero, desafortunadamente, tiene el hábito de seguir creencias, ideales y sistemas, de ingresar en diversas organizaciones, de ir de un supuesto maestro espiritual a otro. No se da cuenta que lo único que procura descubrir es qué es lo que le da más y más satisfacción y excitaciones.A este proceso de ir de un sistema de pensamiento a otro le llaman "búsqueda de la Verdad", y esperan acumular conocimiento y comprender con ello la Vida, desentrañar su significado, entender sus luchas. Y cada vez declaran que han encontrado algo. Pero tan pronto como han encontrado algo ya están perdidos; es un ancla a lo que la mente se aferra. Por lo tanto, cesa ese movimiento eterno de la Vida.
Casi todas las mentes buscan con un fin determinado, se mueven con un definido deseo de encontrar y, una vez establecido este deseo, la mente encontrará algo. Pero no será algo vivo, será una cosa muerta la que encontrarán, y por eso la rechazarán para volverse hacia otra. A este proceso absurdo y agotador de escoger continuamente, de descartar continuamente, se le llama "adquisición de sabiduría", de experiencia, o búsqueda de la Verdad".
Es probable que casi todos hayan venido aquí con esta actitud, consciente o inconscientemente; por eso dedican su pensamiento y sus energías a la simple búsqueda de esquemas y confirmaciones, al deseo de afiliarse a un movimiento o formar grupos, sin la claridad de lo que es fundamental, sin tratar de comprender qué significan las cosas esenciales de la Vida.
Es imprescindible que despertemos ese pensamiento mediante el cual la mente puede librarse de estas cosas que hemos establecido, que hemos dado por hecho que son verdaderas cuando no lo son en absoluto.
El “yo”, el contenido mental con el que la mente se identifica –los distintos temores, las esperanzas, los anhelos, los prejuicios, las preferencias, el temperamento, etc.- el “yo” es el resultado del medio en el que uno vive. Todo conflicto, toda lucha ocurre entre el resultado del medio con el que la mente se identifica y que se convierte en el “yo” y el mismo medio. La lucha tiene lugar entre ese “yo” y el medio.
Uno está buscando todo el tiempo permanencia, seguridad, placer y poder para ese “yo” ficticio. La falsedad, la mentira trata de convertirse en lo real, en lo eterno. Cuando comprendemos el significado del medio, lo que es en realidad, no hay reacción y, por ello, no hay conflicto entre la reacción, o sea, entre lo que llamamos “yo” y el creador de la reacción, o sea, el medio.
Nuestro interés vital debe estar puesto en comprender al “yo” y al medio que nos rodea y en el que se desenvuelve este “yo”, no en superar el conflicto y el sufrimiento. Cuestionando al “yo” y al medio, procurando comprender su significado, descubriremos su verdadero valor.
Cada uno tiene que averiguar qué es lo que está buscando; si no está buscando nada, entonces hay satisfacción y deterioro.
Si existe conflicto entre uno mismo y el medio en el que vive, está el deseo de superar ese conflicto, de escapar de él, de dominarlo.
Pero el conflicto sólo puede existir entre dos cosas falsas, entre esa supuesta realidad que llamamos “yo” –que no es nada más que un pensamiento resultado del medio- y el medio mismo. En consecuencia, si nuestra mente se interesa tan sólo en superar esa lucha, entonces estamos perpetuando la falsedad y, por esto, hay más conflicto, más dolor.
Pero si comprendemos el significado del medio, es decir, la riqueza, la pobreza, la explotación, las nacionalidades, las religiones y todas las insensateces de la vida social en la existencia moderna, no tratando de superar esas cosas, sino viendo su significado, entones surge una acción individual y una revolución completa en las ideas y en el pensamiento.
Entonces ya no hay lucha, sino más bien una luz que disipa la oscuridad. No hay conflicto entre la luz y la oscuridad. No hay conflicto entre la Verdad y aquello que es falso.
El conflicto existe sólo donde hay opuestos, donde hay una mente que se aparta del instante eterno y erige la dualidad.
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