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sábado, 17 de noviembre de 2012

DROGAS ACÚSTICAS

Sonidos Binaurales
Las señales binaurales son respuestas cerebrales auditivas que se originan en el núcleo olivar superior de cada hemisferio cerebral. 

Son el resultado de la interacción de dos impulsos auditivos diferentes, originados en cada oído por debajo de 1000 Hz y que difieren en frecuencia entre 1 y 30 Hz (Oster, 1939). 

Por ejemplo si se escucha un tono puro de 400 Hz en el oído derecho y otro de 410 Hz en el oído izquierdo simultáneamente, se crea una onda estacionaria modulada en amplitud de 10 Hz, la diferencia entre estos dos tonos es presentada en el cerebro como dos señales dentro y fuera de fase. 
Estas señales binaurales no son realmente escuchadas por el humano, ya que el rango de audición es de 20 – 20 KHz.

 Las frecuencias de onda cerebrales están estrechamente relacionadas con la actividad fisiológica de nuestro organismo. Esto es algo indudable, puesto que todo lo que conocemos en el mundo físico está compuesto por átomos que vibran a determinadas frecuencias.

 Estas “sustancias” acústicas no son tan intensas que las sustancias ingeridas como drogas, y necesitan de un periodo mayor de “ingesta” auditiva. Suelen aparecer los efectos entre 15 a 45 minutos dependiendo de cada individuo y del efecto requerido.


Para empezar, la lista divide las frecuencias en 3 tipos:
  • Ondas cerebrales:  son las frecuencias asociadas a los diferentes estados mentales. La sincronización de la onda cerebral es capaz de hacer que el cerebro responsa a una frecuencia determinada, y al hacerlo, alcanzar el estado mental que asocia a dicha frecuencia. Es propiamente lo que conocemos en esta web.
  • Frecuencias curativas:  representan las frecuencias solas o combinadas que podrían usarse para curar diferentes tipos de enermedades, o bien, estimular alguna región concreta del cuerpo. Se diría que son activadoras del chakras. Para el uso y empleo de este tipo de frecuencuas se utilizan dispositivos que generan campos electromagnéticos, pero también se pueden utilizar instrumentos que originan vibraciones e incluso sonidos.
  • Frecuencias  de entorno natural y universal: aquí se incluyen la gama de frecuencias naturales que suceden en la naturaleza, como por ejemplo la resonancia de Schumann. Se incluyen también frecuencias extraterrestres por así decirlo, o sea, tonos que han sido calculados a partir de las órbitas de diferentes planetas o satélites de la vía lácta. Algunos autores aseguran que existe la posibilidad de éstos puedan afectar al ser humano de alguna forma, aunque no es algo seguro hasta la fecha.

Las llamadas drogas acústicas no producen el mismo efecto que las drogas convencionales aparte de requerir audífonos con buena fidelidad y un estado previo de relajación y disponibilidad para escuchar por más de 15 minutos cierta estática que produce el ruido blanco.

 Al final no producirá nada en algunas personas y en otras creará ese estado alterado de conciencia.

Toda esta información no ha sido probada y contrastada por científicos por lo que realmente no sabemos si funcionan o si pueden ser igualmente peligrosas, adictivas o mortales para los consumidores por eso advertimos investigar mucho sobre el tema antes de consumir nada de este tipo, si introducen drogas en sonidos también puede introducir otras pautas de control mental o cosas mucho peores, aconsejamos no usar ningún tipo de drogas.




 Son composiciones que deben escucharse con auriculares para que surja el efecto. Con los auriculares podemos escuchar sonidos binaurales, o sea diferentes para cada oído. 
Estas diferencias pueden ser de tiempo, retrasando un sonido para un oído, o de intensidad, haciendo que se escuche más bajo de volumen en un oído respecto al otro.

 La teoría modular de la percepción musical, explica como los diferentes aspectos de la música (emoción, ritmo, tono, etc) se procesan en regiones diferentes y parcialmente superpuestas de ambos hemisferios cerebrales. Y además estas regiones presentan una gran variabilidad interindividual. Con lo que podemos deducir que no hay una zona destinada concreta a la interpretación de la música, sinó que nuestro cerebro trabaja como una gran red de interpretación y algunos de estos espacios coinciden con los relacionados con los que las drogas alteran con sus substancias químicas. Cuando excitamos estas zonas cerebrales a través del sonido, es como si lo hiciéramos con una droga convencional.


“Las drogas auditivas llegan a una zona llamada mesolímbica, que controla las emociones y provoca estados como de alegría, tristeza, relajación, que son comparadas a las que causan las drogas.”
(Citlali Melgarejo, subdirectora de Prevención de Adicciones del Instituto de Asistencia e Integración Social de la Ciudad de México)
 
 Los circuitos motores frontales se energizan para la acción en presencia de Dopamina. Los
circuitos Meso-Límbico y Meso-Cortical están relacionados con los sentimientos de
excitación y obligación que tenemos mientras buscamos los recursos necesarios para la
supervivencia.
La activación del sistema mesolímbico en humanos genera sentimientos estimulantes, una
sensación que algo muy interesante y excitante está pasando. El sistema de búsqueda
Mesolímbico activa un proceso motivacional.

 Los sonidos binaurales son una ilusión del procesamiento auditivo, que ocurre al escuchar con auriculares una señal que se emite con una frecuencia acústica distinta en cada oído. Por ejemplo si en el auricular derecho se emite una frecuencia de 300 Hz y en el izquierdo una de 310 Hz, el ritmo binaural sera de 10 Hz, y nuestro cerebro percibirá una pulsación de baja frecuencia resultante de la composición de los dos sonidos. La diferencia de frecuencias no puede ser mayor de 30Hz, porque entonces nuestro cerebro las percibirá como dos sonidos distintos. 
Se trata de una curiosidad, igual de intrigante que el ver una rueda girando hacia atrás cuando realmente lo está haciendo hacia delante, pero sobre la que los voceros vendehumo han puesto su punto de mira. Se les atribuye propiedades típicas de otros engañabobos, como mejorar la memoria, ayuda a dejar de fumar, remedio contra la obesidad o la impotencia, o para mejora del tono muscular. Incluso son presentadas como drogas digitales.

Este concepto de “drogas digitales” se empezó a escuchar a través de las redes sociales y en seguida tuvo una gran difusión, causando polémica, generando debates y creando un abanico de diversas opiniones sobre ellas.

En el blog de I-Doser se pueden encontrar las opiniones de personas que ya lo han probado y cuentan sus experiencias, algunos dicen que funciona, otros que no, y hay quien opina que depende de la dosis que te tomes, de tu personalidad o del estado de ánimo en el momento de tomarla, por lo que algunos van probando las diferentes opciones que ofrece I-Doser.

Carlos Tejero Juste, vocal de la Sociedad Española de Neurología comenta que probó las drogas sonoras en cuanto se enteró de su existencia pero que no le produjeron más que rechazo o, en algún caso, placer y nos indica que los sonidos binaurales sí producen alguna sensación anímica, pero no un efecto similar al de las drogas, además de que no tienen el carácter adictivo propio de ellas.

Otra opinión es la de Pérez del Río, que indica qué estas nuevas drogas encajan muy bien con los tiempos que corren, ya que al no introducir ninguna sustancia en el cuerpo, son acordes con el culto al cuerpo presente en la sociedad actual, aunque ve el peligro que pueden conllevar al poder incitar al consumo de las drogas tradicionales.

Sobre los sonidos binaurales, comentar que su creador fue el investigador alemán Heinrich Wilhem Dove, que las describió como señales de distintas frecuencias que suenan de forma diferente en cada oído y que cuando el cerebro lo procesa, se integra una tercera frecuencia de tono que es la llamada onda binaural y su descubrimiento data de 1939.

 Estas drogas auditivas se comercializan en unos 30 dólares, se bajan directamente a los reproductores de MP3, no existe nada en la ley que las prohíba, pues no se trata propiamente de marihuana, cocaína u otras sustancias, aunque las piezas llevan los mismos nombres.

“No es música, son sonidos oscilantes, te fijas en un sonido en específico y éste se interrumpe por la entrada de otro más y se integran así muchos, tu celebro empieza a entrar en otra dinámica”, sin embargo también platicó que las convulsiones son una realidad, “al quitarte los audífonos es como si te golpearan, duelen los oídos y escuchas el sonido por mucho tiempo”.

Se carece de un estudio que ofrezca las consecuencias reales de caer en estas drogas auditivas, sin embargo quienes las utilizan afirman que son mortales para los epilépticos.


 Nick Ashton, especialista en psicología, audio y música, creó I-Doser, un programa asentado en Estados Unidos, Brasil, México y Francia y que ahora se empieza a conocer en España. Por poco más de 12 dólares (algo más de ocho euros) el usuario puede conseguir un paquete de varias dosis: tripi/absenta/nitros rave, primer amor/orgasmo/éxtasis, un sinfín de posibilidades casi inimaginables. Es, en definitiva, un simulador de drogas que permite consumir sin hacerlo y que, según su creador, es efectivo y seguro. 


Estudios de sonidos binaurales desde 1939

Nick Ashton, creador del programa I-Doser, no es el descubridor de los sonidos binaurales como método para crear estados de ánimo concretos. De hecho, lo que hoy ya se conoce como drogas sonoras o digitales fue descubierto en 1839 por el investigador alemán Heinrich Wilhem Dove, que las describió como señales de distintas frecuencias que suenan de forma diferente en cada oído. Cuando el cerebro lo procesa, se integra una tercera frecuencia de tono que es la llamada onda binaural. En 1985, Robert Monroe, investigador estadounidense especializado en la alteración de la conciencia, señaló que los tonos binaurales en frecuencias beta (de 16 a 25 hercios) están asociados a la concentración. Diez años después, un psicólogo canadiense originario de Malasia, Chock C. Hiew, realizó un estudio en el que demostró que los tonos binaurales de rangos delta (de uno a cuatro hercios) y theta (de cuatro a ocho) están asociados con la relajación, la meditación y los estados creativos, además de ayudar a conciliar el sueño.

FUENTES:
http://www.aquiespuebla.com/vida-y-estilo/sentidos/8612-drogas-auditivas
http://cultura.elpais.com/cultura/2011/08/04/actualidad/1312408802_850215.html
http://www.eluniversal.com.mx/articulos/60178.html



jueves, 26 de enero de 2012

SIGNIFICADO DE UN EGREGOR

por Federico Romero

21 Febrero 2008

del Sitio Web MonosSabios

Podemos identificar las características de diferentes egrégores en situaciones como por ejemplo:

  • encuentros deportivos

  • eventos musicales masivos

  • manifestaciones callejeras

  • actos políticos

  • congregaciones religiosas o cultos particulares

  • actividades empresariales

  • cine

  • teatro

  • televisión

  • publicidad

  • manifestaciones culturales diversas,

...entre muchas otros ejemplos notorios y no tan notorios.

La mayor parte de la gente no tiene idea de qué significa la palabra EGREGOR. Es más, probablemente la mayor parte de los diccionarios no contengan esa palabra y mucho menos su significado. El porqué podemos esbozarlo sencillamente. Se trata de un término ESOTÉRICO. Pero no esotérico porque se trate de “cosas raras” o “misteriosas” sino esotérico en un sentido estricto. Es un término que se utiliza a la interna (en el círculo interno) de una Orden Iniciática, y por eso, casi ni se conoce la palabra en sí, y mucho menos su significado. Vayamos al significado del término. No vamos a exponer aquí su historia y origen etimológico pues lo desconocemos a ese nivel.

Se llama EGREGOR a un conglomerado específico de energías (del plano astral) compartidas por un colectivo humano. Todo egregor es una Entidad vigilante. Un egregor surge siempre de un colectivo.

Consciente o inconscientemente, los colectivos humanos (dos o más personas) vierten su ATENCIÓN y sus EMOCIONES sobre determinados intereses. Las características de los objetivos del colectivo son lo que le dan sus cualidades específicas al egregor, mientras que las emociones son las que le dan la fuerza. Metafóricamente podríamos decir que la emoción es el “material” y la atención es la dirección y “la forma”. Es perfectamente comprensible que el alcance y el poder de un egregor es directamente proporcional a la cantidad de personas que lo crean y sostienen con sus emociones y su atención. Todo egregor como entidad, se identifica con su creador, y siempre que se lo convoque (aún inconscientemente) vendrá en apoyo o auxilio de quien le brinda “alimento” (su alimento son las emociones, la atención, y la intención), por eso se le llama vigilante. Es una entidad inteligente, pues aprende y se perfecciona, y combatirá contra aquello que amenace su supervivencia y la de sus creadores. El grado de identificación que tenga una persona o grupo con una causa, puede llegar a ser tal, que el egregor se manifieste con una intensidad de POSESIÓN. La posesión implica que esa energía de identificación impregna a uno o varios individuos tan intensamente por un lapso de tiempo, que el egregor se manifiesta a través de ellos, y los individuos se tornan INSTRUMENTOS de la causa compartida, pudiendo llegar a acciones que luego no pueden justificar como emergidas de su propia voluntad individual consciente.

Pasamos a ejemplificar con un área particular, el fútbol.

EGREGOR y FÚTBOL Todo equipo deportivo tiene sus características propias, tienen una historia, tienen un tipo de personas que lo siguen, con una filosofía y conjunto de valores, entre otras características que los diferencian de las demás. Las “cosas” que unen al colectivo “hinchada” se retroalimentan y refuerzan constantemente. Surge así el egregor particular de un equipo. Las victorias y las hazañas van forjando la parte positiva de esa entidad colectiva. Es esa fuerza inexplicable que hace que las cosas salgan bien en los partidos difíciles y los partidos se ganen a pesar muchas dificultades. Cuando eso sucede se le llama “la mística” de tal o cual equipo. Esa mística, no es otra cosa que la fuerza y la confianza del colectivo, manifestada en el juego, sus actores y sus circunstancias. Sin embargo hay colectivos que tienen emociones muy hostiles y así el egregor se va tornando agresivo y reaccionario. Todo egregor se alimenta como dijimos, de la atención, de las emociones y de las intenciones de sus creadores. Como es un fenómeno de FEEDBACK (retroalimentación) el egregor se nutre de su gente, y a su vez, influye a su gente, pues tiende naturalmente a la homogeneización de sus componentes. Pasemos a un ejemplo concreto:

A. es un hombre muy fanático del equipo X. No es una persona violenta en su vida cotidiana. X. tiene un egregor XX compuesto de un grupo de gente poco tolerante a sus rivales, agresivos, violentos y hostiles. El fanatismo del individuo A lo hace comulgar con el egregor XX. El egregor XX devuelve a A sus características, dentro de las cuales está una marcada hostilidad y violencia hacia los rivales. Influido de tal manera por la energía colectiva hija de aquella identificación primaria, A será un individuo hostil y hasta violento. Fuera del entorno que hace manifestar al egregor XX, A seguirá siendo un individuo absolutamente normal.

No hace mucho tiempo hubo un crimen bastante crudo en nuestro fútbol, el asesinato de Héctor Da Cunha. ¿Quién mató a Da Cunha? ¿Uno, dos, tres individuos con nombre y apellido... o una energía colectiva manifestada a través de ellos? Es una interesante pregunta... que me apena profundamente... sea cual sea la respuesta. ¿Valió la pena? ¿Enseñó algo? ¿Es el único “monstruito” que anda suelto pidiendo sangre? No está demás, tenerlo en cuenta.

EGREGORES GENÉRICOS y MASAS CRÍTICAS Para cerrar el tema, mencionaremos que no solo a un nivel de colectivos pequeños o medianos existen “entidades” o energías que se alimentan de la ATENCIÓN o de las EMOCIONES que se les presten... A nivel mundial existen conceptos que la gente alimenta con su tiempo, su mente, sus emociones. ¿Ejemplos?:

  • GUERRA

  • PAZ

  • HALLOWEEN

  • CRISTIANISMO

  • CAPITALISMO

  • COMUNISMO

  • FASCISMO

  • NUEVA ERA,

...etcétera, etcétera, etcétera. Como todo va, todo viene. Nosotros aportamos, el concepto se alimenta y crece, para luego devolver al mundo SU CUALIDAD, con la intensidad que LA MASA le haya prestado (cedido). Desde diversas Escuelas y Libros se desliza la teoría de que el Ser Humano es Co-creador de su realidad a través de sus Pensamientos y Creencias. Y ciertamente es así. El hecho de NO PENSAR en “ALGO” no va a hacer que deje de existir... pero el hecho de prestarle nuestras emociones y pensamientos (ambos son energías) a ciertos conceptos, hacen que estos tengan más potencia, se reflejen (manifiesten) y se precipiten activamente sobre el mundo. La MASA CRÍTICA:

se llama así a la “medida” o cantidad necesaria para que un cambio se produzca (crítica, de crisis = cambio) ya sea positivo o negativo.

Concretamente, cuando la mitad más uno de las personas de un ámbito determinado piensan en cambiar, el cambio está hecho, porque son mayoría absoluta, eso es una masa crítica. ¿A qué entidades conceptuales estamos entregando nuestras energías con nuestros pensamientos, hechos y palabras? Guerra, Halloween, Mc. Do.... , Dólar, Euro, Televisión, Gran Hermano, Fútbol... etc. etc. etc. Son nuestros temas de interés y conversaciones actuales... ¿o no? ¿Algún tema que tenga que ver con nosotros? ¿Algún tema que haga bien al mundo? Tenemos otras URGENCIAS como Humanidad... creo... como la capa de ozono, cambio climático, desarme nuclear, el hambre, la escasez no muy lejana del agua, la contaminación... etc. etc. Todos somos responsables de hacer, o no hacer... o más bien de SER LA MASA CRÍTICA o prestarle nuestra atención y emoción, para cuidar lo que necesitamos para sobrevivir a corto plazo.

domingo, 4 de diciembre de 2011

MANIPULACION DEL COMPORTAMIENTO HUMANO POR MEDIO DE LA MUSICA

Efectos de la música trance percusiva y la música trance electrónica en el EEG

Descripción: Este estudio tuvo como finalidad comparar los efectos que la música percusiva ritual y la música electrónica contemporánea tienen sobre el EEG. Existen varias investigaciones sobre el efecto de la música rítmica sobre las ondas cerebrales como la de el etnopsiquiatra Wolfgang Jilek (1974), en las que prueba la influencia de estos ritmos en las ondas theta. Con el objeto de demostrar estos cambios experimentalmente, se llevó a cabo la medición de la actividad eléctrica cerebral en 10 sujetos con edades entre 20 y 28 años. A todos se les aplicó el mismo procedimiento experimental que consistió en 12 registros de EEG. Primero se tomaron dos controles, uno pasivo (en relajación) y uno activo (con una actividad mental). Posteriormente se les expuso a la música percusiva en tres periodos de 30 minutos, al final de cada uno de ellos se les aplicó un registro de EEG. Posteriormente se dio una segunda toma de controles (activo y pasivo) y se procedió a exponerlos a la música trance electrónica, de nuevo por tres periodos de 30 minutos, tomandoles el EEG al final de cada periodo. Por último se tomaron los controles pasivo y activo finales. Se analizaron los poderes absolutos y relativos así como las asimetrías cerebrales para cada una de las bandas del EEG.

Los efectos de la música sobre el comportamiento han sido evidentes desde los comienzos de la humanidad. A lo largo de la historia, la vida del hombre se ha visto complementada e influida por la música, a la cual se le han atribuido una serie de funciones. Ésta ha sido un medio de expresión y comunicación no verbal y, debido a sus efectos emocionales y motivacionales, se ha utilizado como un instrumento de manipulación y control del comportamiento de grupos e individuos. Podemos pensar, por ejemplo, en las marchas de guerra, en la música tocada en los supermercados, oficinas o discotecas, los himnos nacionales, etcétera. También posee una función facilitadora en el establecimiento y la permanencia de las relaciones humanas, así como en la adaptación social del individuo a su medio. En los últimos años, ha cobrado gran importancia su función terapéutica (musicoterapia) en una gran diversidad de estados patológicos. Sin embargo, hace falta investigación científica relacionada con la influencia que ejerce en el comportamiento, ya que en su mayor parte las aplicaciones se basan en la experiencia a través de ensayo y error y en el sentido común. Gaver y Mandler proponen que la música existe como una interacción entre un sonido estructurado y una mente que lo comprende. La música tiene una estructura, que es de naturaleza jerárquica, consistente en movimientos interrelacionados, con características propias de melodía, armonía, tiempo, estructura rítmica, etc. Otra característica es la continuidad y el cambio que determinan su complejidad. Wundt propuso una curva con forma de U invertida, en la que el valor hedónico está relacionado con el nivel de activación, de tal manera que una pieza musical se percibe como más agradable cuando produce un nivel medio de activación psicológica y fisiológica en el oyente, mientras que cuando la activación que origina es muy poca, se experimenta como aburrida, y un exceso de activación produce displacer. A partir de diversos tipos de música se pueden inducir diferentes estados de ánimo, los cuales pueden repercutir en tareas psicomotoras y cognitivas. Una de las variables importantes que intervienen en estos efectos se refiere a la clase de música que se escucha. En este sentido, existen principalmente dos tipos: 1) la estimulante, que aumenta la energía corporal, induce a la acción y estimula las emociones. Se ha observado que aumenta la preocupación y la emocionalidad (activación fisiológica afectiva). 2) la sedante, que es de naturaleza melódica sostenida y se caracteriza por tener un ritmo regular, una dinámica predecible, consonancia armónica y un timbre vocal e instrumental reconocible, con efectos tranquilizantes. Disminuye la activación fisiológica afectiva El nivel de activación depende también de su complejidad y de la familiaridad del oyente. Cuando es compleja, con muchos cambios y gran cantidad de información, es difícil de seguir y comprender, por lo que no es tan placentera. Pero una música conocida es preferida en relación con una desconocida. En ocasiones puede ser que no se conozca la pieza musical como tal, pero sí su estructura musical, debido a que se haya tenido contacto con otras piezas con una estructura similar.

Estructuras cerebrales que participan en el procesamiento de la música

 La música es un estímulo sumamente complejo, que requiere procesos sensoriales, cognitivos, emocionales y motores, por lo cual, aunque existen algunas estructuras cerebrales especializadas en los diferentes niveles de procesamiento auditivo, debemos considerar el funcionamiento del sistema nervioso en su conjunto. Podemos pensar que éste es un conjunto de subsistemas, cada uno de los cuales consta de elementos nerviosos que intervienen en una parte del procesamiento de la información, ya sea interna o externa. Sabemos que se necesita el adecuado funcionamiento de la vía sensorial auditiva; sin embargo, también participan otros sistemas sensoriales. En la percepción musical participan otros sistemas sensoriales, además de la capacidad de escuchar las notas, los tonos, los acordes, la duración, el timbre y la intensidad, requiere la de percibir las relaciones secuenciales y espaciales de las notas, su melodía, armonía y ritmo. Para la apreciación y ejecución de una pieza musical también es conveniente la memoria musical, motora y verbal. Al escuchar una melodía, la persona utiliza la memoria para saber si la ha escuchado antes, qué experiencias han sido asociadas a ella, además de identificar a qué categoría pertenece. También se requiere la memoria a corto plazo, para seguir una asociación secuencial de notas y percibirla como música. En el caso de canciones, la música está asociada, además, a una memoria verbal. La audición de una pieza musical puede provocar una activación de las vías motoras. En algún momento podemos sorprendernos a nosotros mismos moviendo los pies, las manos o alguna otra parte del cuerpo, aunque en otros casos esto no sea tan evidente. Por su efecto sobre las emociones, la experiencia musical provoca la participación de numerosas estructuras cerebrales relacionadas con la motivación y la emoción. Otros procesos cognitivos, como la atención, el aprendizaje y el pensamiento, también tienen su participación en ello. Algunos estudios apoyan la idea de que la música mejora la ejecución en diferentes tipos de tareas, como problemas aritméticos simples. Sin embargo, otros no han encontrado ningún efecto de la música sobre la ejecución e incluso han descubierto que los efectos son negativos. Por todo lo anterior, se comprende la dificultad del estudio de la experiencia musical. No podemos hablar de estructuras específicas, aisladas, involucradas en la percepción musical, sino de un complejo sistema, el nervioso, que implica un conjunto de elementos, cada uno con una función, pero que comparten un fin común.

Importancia de algunas estructuras cerebrales en la experiencia musical

No sólo la vía auditiva es capaz de responder a la música; otros sistemas sensoriales pueden ser activados por ella. Se conoce, por ejemplo, la existencia de una conducción ósea del sonido y que las vibraciones del aire causadas por las ondas sonoras pueden ser percibidas a través del tacto. Por otro lado, debido a que la música puede evocar imágenes, otras áreas cerebrales relacionadas se ven involucradas. Además de todas las áreas cerebrales mencionadas, también se requiere un cierto nivel de activación del sistema nervioso, regulado por otras estructuras en la base del cerebro.

Especialización hemisférica

El cerebro se divide en dos hemisferios: izquierdo (hi) y derecho (hd). Cada uno está formado por estructuras iguales, de tal manera que tenemos un par de cada una de éstas, con excepción de unas cuantas que son únicas. En el caso de la música, aunque se plantea que el hd está especializado en los aspectos melódicos, armónicos y emocionales, el hi parece relacionarse con la percepción de aspectos secuenciales y rítmicos. De hecho, existe un programa de rehabilitación de pacientes que perdieron la capacidad de hablar (afasia de Broca) por una lesión de áreas anteriores del hi (lóbulo frontal) y a quienes, con terapia melódica entonacional, se les ayuda a readquirir el lenguaje a través del canto; con ello se aumenta la participación del hd en el habla. Existen evidencias de que el hd también está especializado en la comprensión del estímulo emocional y en la expresión de la emoción experimentada, así como su participación en la comprensión necesaria para interpretar las expresiones faciales, las escenas emocionales y la entonación de la voz. El hi se encarga de identificar el contenido semántico del habla. En conclusión, en sujetos normales, ambos hemisferios intervienen en diferentes aspectos, en la percepción de la música y las emociones, dependiendo de diversos factores individuales, las características de la música y los requisitos de la tarea a realizar, entre otros. En general, las emociones estan más relacionado con la música que con las palabras, ya que comparten características sintéticas, continuas y globales, mientras que el lenguaje lógico difícilmente interpreta las señales musicales y emotivas.

Cambios electrofisiológicos producidos por la música

La experiencia musical y emocional produce respuestas a nivel del sistema nervioso central y periférico susceptibles de medirse eléctricamente a través de cambios en la actividad eléctrica cerebral (eeg), en la resistencia eléctrica de la piel, modificaciones en la presión sanguínea, la frecuencia cardiaca, la respiración y otras funciones autónomas. La eeg representa la actividad eléctrica de millones de células cerebrales y se ha caracterizado en cuatro ritmos o bandas principales: delta, theta, alfa y beta, con distintos niveles cada uno. Alfa: es un ritmo que típicamente se ha asociado a un estado de relajación. Beta: ritmo que se asocia a uno de activación relacionada con la atención a estímulos externos. Theta: es un ritmo que aparece durante el sueño, pero que a través de análisis computacionales se ha podido estudiar durante la vigilia y se asocia a estados de atención hacia estímulos internos y a estados emocionales. Por ejemplo, la tensión muscular es mayor al escuchar los conciertos de Brandeburgo que cuando se realiza una tarea aritmética, y la actividad de diferentes músculos durante la solución de una tarea aumenta al escuchar música irregular y disminuye con música serena, en comparación con lo que sucede cuando se efectúa sin música. También se ha reportado un decremento de la frecuencia cardiaca y la presión sanguínea al escuchar melodías tranquilas durante el trabajo de parto en lugar de escuchar una lectura, música rock, o autoseleccionada. Al examinar los efectos de la música como un agente reductor del estrés, se encontró un incremento de la activación cerebral (beta) cuando los sujetos escuchan una pieza de tipo New Age de Halpern. Estos efectos se reducen si los sujetos escuchan música de Chopin antes de la de Halpern. La música de Chopin es percibida como más tranquilizante y más agradable que la de este último y al parecer reduce el estrés causado por aquélla. También se han descubierto algunas correlaciones entre la experiencia subjetiva y el eeg al escuchar música clásica y rock; el incremento del alfa parece reflejar una mayor atención y el de beta se vincula a estados displacenteros. En otro estudio se encontró un incremento en la proporción de theta durante la audición de música clásica en sujetos aficionados a ella, además de un decremento en la proporción de alfa, y se observó un patrón inverso al escuchar el llanto de un bebé. En estudios recientes también se ha encontrado un decremento en la semejanza de la actividad entre áreas homólogas de los hemisferios cerebrales (correlación interhemisférica) en distintas partes del cerebro al escuchar música de Grieg. Al igual que todos los procesos conductuales, emocionales y cognitivos, el procesamiento de la música y sus efectos dependen de la actividad del sistema nervioso central, de tal manera que si se quiere comprender la forma en que la música modifica la conducta humana, es importante conocer los mecanismos psicofisiológicos que subyacen a su percepción, reconocimiento e interpretación.

viernes, 21 de octubre de 2011

LA CULTURA DEL ALCOHOL

La cultura del alcohol. El consumo de bebidas alcohólicas pone en grave riesgo a los adolescentes

J. Pons Díez y M. Gil Lacruz, profesores del Área de Psicología Social de la Universidad de Valencia y Zaragoza respectivamente, han llevado a cabo un trabajo de investigación sobre las pautas de consumo de bebidas alcohólicas durante los fines de semana entre los adolescentes, para lo cual han seleccionado una muestra de 1100 adolecentes que se sitúa en una franja de edad comprendida entre los 15 y los 19 años, todos ellos estudiantes de Enseñanza Media en la ciudad de Valencia, tanto en Centros públicos como privados. De ellos, aproximadamente la mitad son varones. Asímismo la mitad acude a centros públicos. Y el grupo más amplio tiene 15 años. Para reunir los datos necesarios para este estudio han utilizado una herramienta elaborada por ellos mismos, el Habicol-92, que es una escala con 17 puntos para medir el consumo de alcohol tal y como lo juzgan los propios jóvenes. Tal consumo suele limitarse a los fines de semana y es un ritual que se realiza en pandilla. La cuarta parte de este grupo se declaró abstemia, el resto manifestó tomar algún tipo de alcohol: la cerveza es la reina de la fiesta, luego los combinados de licores con zumos y bebidas de cola, seguidos de lejos por el vino y la sidra. Hay que señalar que los abstemios tienen en su gran mayoría 15 años y asisten a centros privados. En el otro extremo de edad, en el grupo de 19 años, sólo un 11% permanece abstemio. Así pues, tal dato indica que en esos años se fija la costumbre de beber, en parte como consecuencia de la presión social del grupo. Las conclusiones a las que han llegado los investigadores, tras analizar los datos obtenidos, son varias. La primera es que no hay diferencias entre chicos y chicas en cuanto al número; unos y otras suelen salir y beber, aunque sí varía considerablemente la cantidad ingerida: ellos consumen mucho más que ellas. Por otra parte, han observado que el paso de los 15 a los 16 años es decisivo, pues se modifica la conducta desde un consumo esporádico (téngase en cuenta que antes de los 14 años, 3/4 partes de los muchachos han probado el vino) hasta uno habitual. Otra relación significativa que han hallado es la existente entre el consumo de bebidas alcohólicas y la cantidad de dinero que el adolescente tiene para sus gastos semanales, o sea que "inferimos que el perfil sociológico del adolescente consumidor excesivo de alcohol se aproxima al de un varón de 16 años, con una disponibilidad económica superior a las 1000 ptas. semanales". Estos datos son semejantes a los obtenidos en otras investigaciones realizadas. De una de las más recientes y completas efectuada con grandes muestras de estudiantes matriculados en 2º ciclo de EGB, BUP y FP de todo el Estado español (Mendoza, Sagrera y Batista: Conductas de los escolares españoles relacionadas con la salud, 1986-1990. Madrid, CSIC, 1994) resulta que el 85% afirma haber tomado alguna vez las bebidas incluidas en el cuestionario: vino, cerveza, sidra y licores. La mitad de los estudiantes de FP beben todas las semanas, frente a un 21% del conjunto de la muestra. Al principio la proporción de varones que consumen alcohol habitualmente es mayor, pero al ir aumentando la edad las diferencias tienden a desaparecer y se llega a una estabilización tanto en la proporción de chicos y chicas como en la cantidad de alcohol que se ingiere. Tras el paso por la adolescencia, sólo el 18% de los jóvenes españoles se declara abstemio. Con estos datos a la vista y otros similares referidos a los hábitos de los jóvenes europeos, los países de la Unión Europea reflexionaban en Madrid la semana pasada sobre las recomendaciones dadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), para elaborar su segundo Plan Europeo sobre el Alcohol. La OMS propone a este respecto aumentar los precios de las bebidas alcohólicas para forzar un descenso en el consumo, así como reducir el nivel de alcohol en sangre permitido para los conductores y otras medidas complementarias, como la reducción de la publicidad. Los adultos parecen haber recortado el consumo de alcohol, ahora las campañas deben dirigirse a los adolescentes y a frenar la tendencia de iniciarse en la bebida cada vez a edad más temprana.

INDUSTRIA CULTURAL

INDUSTRIA CULTURAL

WIKIPEDIA: Se llama industria del entretenimiento (o showbusiness) al conjunto de empresas e instituciones cuya principal actividad económica es la producción de cultura con una finalidad lucrativa.

Pueden considerarse medios de producción cultural:

Todos estos medios son elaborados buscando a la vez aumentar el consumo de sus objetos culturales, y pueden modificar los hábitos sociales, educar o informar.


INDUSTRIA DE LA CULTURA Y EMPRESA INFORMATIVA

LA INDUSTRIA DE LA CULTURA

El término “industria cultural” es empleado por primera vez por la Escuela de Frankfurt, que intentaba recoger así el cambio radical que se estaba produciendo tanto en la forma de producción como en el lugar social ocupado por la cultura(1).

Lo que en esos años de mediados del s.XX se hacía evidente para la Escuela no era tanto la mercantilización de la cultura o la aplicación de procedimientos industriales a la producción cultural (procesos ya iniciados mucho antes), sino dos factores que habrían de resultar decisivos en la conformación del citado cambio:

1. - la expansión del mercado cultural que, progresivamente, iba dando lugar a una forma especial de cultura, la llamada cultura de masas.

2. - la aplicación de los principios de organización del trabajo a la producción cultural.

Zallo define la Industria Cultural como: “un conjunto de ramas, segmentos y actividades auxiliares industriales productoras y distribuidoras de mercancías con contenidos simbólicos, concebidas por un trabajo creativo, organizadas por un capital que se valoriza y destinadas finalmente a los mercados de consumo con una función de reproducción ideológica y social.”(2)

Es un hecho innegable que existe un conjunto de actividades de naturaleza informativa gestionadas por entidades económicas. No obstante, ¿cabe hablar de una Industria Cultural?

La cuestión no es sólo terminológica. Cada industria se articula, como sabemos, en torno a una “cadena de valor” característica, y que se define tecnológicamente. La cadena, a su vez, se organiza productivamente en hileras. La pertenencia a una hilera determinada hace que una empresa, una vez agotadas las posibilidades de crecimiento intensivo o adicionalmente a ellas, pueda crecer también por agregación de otras actividades (o absorción de otras empresas) de la misma hilera. De hecho, y como se sabe, la definición inicial del propio negocio consiste, principalmente, en decidir qué número de niveles o actividades de la hilera se van a desempeñar. El crecimiento por agregación supone, en la generalidad de los casos, menores costes y riesgos que el crecimiento diversificado (emprender negocios o absorber empresas pertenecientes a una Industria distinta) anunciando, por tanto, una mayor probabilidad de beneficio.

Enfrentada con la heterogénea tipología de las llamadas “empresas culturales”, la doctrina se divide entre autores que niegan la posibilidad de agrupación, y hablan entonces de “industrias culturales” y autores que afirman la posibilidad de considerar una sola “Industria Cultural”.

Por nuestra parte, y una vez realizado el proceso anterior de clarificación y precisión del concepto, creemos poder unirnos a la segunda de las corrientes y afirmar, rotundamente, la existencia de una Industria Cultural.

De la misma opinión se manifiesta Zallo que, incluso, propone un criterio útil para su subdivisión en sectores culturales. Utiliza para ello los conceptos de “edición”, “continuidad” e “interactividad”. Remitimos a la citada obra de Zallo para profundizar en el uso de estos tres conceptos y en la definición de los sectores industriales culturales.

Seguidamente, y como resumen del trabajo de clarificación desarrollado en este capítulo, ofrecemos en la Figura 6.1. un diagrama resumen en el que representamos la posición de la Edición de Revistas dentro de lo que denominaremos, genéricamente, la Economía de la Cultura(3).

En relación con el cuadro anterior, desearía de hacer dos últimas observaciones que considero de importancia.

1. - En primer lugar debemos advertir que, dentro del epígrafe “información no industrializada”, uno de los dos que componen la Economía de la Información, incluimos todas aquellas actividades productivas de naturaleza informativo-cultural que no pueden ser consideradas resultado de una actividad industrial. No obstante, la distinción entre producción informativa industrial y no industrial se basa, no en la actividad en sí misma, sino en la forma de realizarla. Por poner un ejemplo extremo: el trabajo de un redactor free-lance es, en principio, no industrializado pero, si esta persona pasa a integrarse en la nómina de una editora de revistas, su actividad será industrializada(4).

Este hecho límite, que a una mirada rápida pueda parecer de poca transcendencia señala, para nosotros, un hecho de crucial importancia: que el producto informativo es, originariamente, una obra cultural (propia del Orden Cultural) y sólo de forma derivada (en su multiplicación y distribución) es un producto económico(5).

2. - Otro problema distinto es que, a partir de la denominada “ruptura de la cadena de valor” por las empresas, una parte de las actividades propias de la actividad informativa se subcontratan a terceras firmas especializadas. Lo que antes eran actividades integradas y propias de un cierto nivel o “escalón” de la “hilera cultural” ahora, a partir de un progresivo proceso de especialización y segregación, dan lugar a varios niveles distintos. Recoger este hecho en el cuadro anterior habría llevado a complicarlo excesivamente, por lo que hemos preferido omitirlo.

Una vez realizado el análisis general de la Economía de la Cultura y su desglose en las industrias y sectores directamente relacionados con la información de masas, pasamos a ocuparnos de la institución central y protagonista productiva de esta “macroindustria”: la empresa informativa.


1. Zallo (1992): 10 y ss.

2. Zallo (1988): 26.

4. Aún reconociendo que la diferenciación puede ser artificial en algún caso (pues el free lance también se ve presionado y hasta cierto punto “normalizado” por su empresa cliente) cuando una persona pasa a integrarse en una organización se ve condicionada decisivamente por ésta (ver nuestro análisis de la relación Individuo-Grupo desarrollado en capítulos anteriores), no solamente en sus resultados, sino en su proceso cultural de creación.

Como veremos posteriormente, en el lugar reservado para ello, un elemento decisivo en la obtención del resultado es el uso del principio de organización y este principio se refuerza por iteración en los diversos niveles de complejidad en los que se estructura la actividad económica de la sociedad: empresa, sector, industria, etc. No es indiferente, pues, el que una actividad se desarrolle industrialmente o no.

5. El fenómeno de “pasar a nómina” a los creadores culturales o profesionalizar la creación puede, probablemente, uniformizar las formas y los contenidos (véase sino la programación televisiva en las horas punta). La única forma, creemos, de mantener fresco y creativo el producto cultural es la “multiplicación de las minorías”, la canalización de la “individualización creciente” que, creemos, se está produciendo en nuestra Sociedad de Masa Crítica. Lo que mantiene viva a la cultura de masas es la fuerza de las minorías y, en último extremo, de los individuos.


Cultura, entretenimiento y sumisión

José A. Zamora

Una de las consecuencias más importante del proceso mercantilización de la cultura es la fusión de cultura y entretenimiento. Los consumidores de la industria cultural buscan escapar al aburrimiento, pero ni quieren ni son capaces de invertir el esfuerzo y la seriedad que serían necesarias para realizar nuevas experiencias que les interesasen más que de manera sólo fugaz. Todo cuanto se resiste contra lo fácil, superficial y conformista tiende a ser neutralizado. Como señalan Horkheimer y Adorno, «divertirse significa estar de acuerdo [...,] que no hay que pensar, que hay que olvidar el dolor, incluso allí donde se muestra. A su base está la impotencia».

Esta crítica no se dirige contra el esparcimiento, sino contra su sabotaje en la animación impuesta, en la que más que diversión lo que tiene lugar es una reproducción y confirmación de las formas de vida dominantes. La industria de la cultura ofrece la misma cotidianidad como paraíso, por eso fomenta la resignación que en ella se quiere olvidar. A lo que apunta esta reflexión es a la función social de la diversión comercializada. Para analizarla hay que atender a la dialéctica entre trabajo y tiempo libre. El tiempo libre está encadenado a su contrario, y ese contrario le imprime rasgos esenciales. La paradoja que representa el tiempo libre regido por la industria cultural es que reproduce los esquemas semejantes al mundo laboral dominado por procedimientos seriados de quehaceres normados, porque dicha industria está presidida por los mismos esquemas.

A diferencia del puro esparcimiento sin finalidad programada, la diversión habitual ofrecida por la industria de la cultura está configurada por la situación vital y laboral de los individuos. Se busca la distracción y el entretenimiento con la intención de evadirse de los procesos mecanizados de trabajo, para poder responder nuevamente en ellos. Por eso termina petrificándose en aburrimiento, porque para poder seguir siendo diversión no debe costar otra vez esfuerzo y por ello se mueve rígidamente por las vías de asociación ya trilladas. En la diversión ofrecida por la industria de la cultura se tiende a borrar todo atisbo de nuevas exigencias o pretensiones inesperadas dirigidas a un pensamiento independiente y a una acción de los individuos en cuanto sujetos autónomos. Aquellas capacidades que no pueden ser desarrolladas durante el tiempo de trabajo, tampoco en el tiempo libre encuentran posibilidades de despliegue. Al abastecer la necesidad de distracción con modelos de asociación recurrentes y estereotipos repetitivos, la industria cultural impide la génesis en los consumidores de un pensamiento y un sentimiento propios capaces de oponerse críticamente a la triste cotidianidad y las condiciones de vida.

La industria del tiempo libre presenta una oferta gigantesca a los consumidores. No sólo existen innumerables secciones —las actividades de aire libre, el deporte, la música, etc.—, sino que el abanico de posibilidades en cada una de ellas se dispara. Existe una tendencia a acorralar y a atrapar la conciencia del público desde todos los lados y a que casi no se pueda dar un paso fuera del ámbito del trabajo sin topar con alguna manifestación de la industria de la cultura. Este abastecimiento masivo con productos de la industria del tiempo libre dificulta enormemente el mantenimiento de espacios de tiempo libre no planificados con anterioridad por dicha industria en los que desplegar la propia creatividad. En la naturalidad con que se pregunta qué hobby se tiene, resuena que habría que tener uno; a ser posible ya una selección entre los hobbies que coincida con la oferta del negocio del tiempo libre. El tiempo libre organizado es coactivo. Es más, pretextando suministrar placer y diversión a las masas, evasión de lo cotidiano, en realidad la risa decretada por la industria cultural se convierte muy frecuentemente en un instrumento para estafar la felicidad.

Así pues, la cultura producida como mercancía, es decir, buscando la facilidad de venta y con ello bajo la promesa de una satisfacción rápida y sencilla, está al servicio del engaño del comprador, pues le promete una experiencia que, sin embargo, resulta inalcanzable como diversión y estridente entretenimiento. Esa forma de congraciarse paternalistamente con la supuesta (in-)capacidad de comprensión del publico elimina de los productos culturales lo que éstos tienen de desafío y provocación y desprecia a sus destinatarios precisamente en el gesto del atento "su deseo es una orden".

La industria cultural trata de suprimir la distancia entre ella y sus receptores. Por medio de su primitivismo no fomenta, como pretenden algunos, la capacidad expresiva de las masas populares, sino las tendencias regresivas que elevan la disposición a adaptarse. Por esas tendencias están moldeadas de modo específico las necesidades culturales de las diferentes capas sociales, que se manifiestan conjuntamente en el conformismo del espíritu. Pensar y actuar tal como todos hacen dentro del propio ambiente, sugiere la impresión de ser parte de un todo más poderoso: un error que engaña sobre la impotencia real, pero al que todos sucumben y que, por tanto, permanece en gran medida oculto.

La industria de la cultura, que con su jerga de la "comunicación sin límites" abarca todos los ámbitos de la sociedad, ejerce un control casi total en el sentido de asegurar la conformidad: el ‘esquema de la industria de la cultura’ diferenciado de modo específico para los distintos estratos o ambientes sociales y orientado a los diversos grupos receptores, incluye a todos los individuos sin excepción. Participar en la cultura significa hacerse dependiente de aquellas instituciones que forman parte de la industria cultural. Esa dependencia no debe entenderse, sin embargo, como una manipulación pretendida por los poderosos monopolios de esa industria, sino en el sentido de una especie de coacción no coactiva. Pues la oferta casi inagotable de sus mercancías es un dato social y cuenta con aceptación, del mismo modo como el proceso de recepción, por ejemplo, de la última película de Hollywood y la nueva serie televisiva o como la participación todas las noches en el ritual de los quince minutos de noticias se basan en la libre voluntad. Aunque ésta, a su vez, es el resultado de la predisposición a adaptarse producida por una red omniabarcante de instituciones de la industria cultural. Su función principal es generar esa conformidad de principio con la disposición actual del mundo, procurar una conciencia fundamentalmente afirmativa a pesar de las discrepancias en detalle.

A pesar de que la producción cultural está dominada por el principio de estandarización, el ardid comercial consiste en presentar los productos de la industria cultural como lo contrario, como algo modelado artísticamente de manera individual y completamente único. Los rituales de la cultura de masas simulan la individualidad que ellos mismos ayudan a sofocar, como paradigmáticamente demuestran los anuncios publicitarios dirigidos a todos bajo la apariencia de exclusividad: aquel ya lejano ‘Especially for You’, o el más cercano de ‘Especialistas en ti’. Los ‘participantes’ en esos rituales funcionan de nuevo como objetos, en los que ya los ha convertido la organización monopolista de la producción. En el film, en la información o en el deporte son reproducidos en cada momento aquellos esquemas de percepción y de comportamiento guiados por clichés, que necesitan las personas para sobrevivir en una vida monopolizada. La espontaneidad que haría posible la constitución de la individualidad es eliminada al mismo tiempo que se simula su existencia.

Esto se corresponde con otra tendencia que observamos en la industria cultural. El publico es "implicado" cada vez más en el acontecer mediático como comunicante en una emisión de radio o como participante en las innumerables tertulias televisivas, pero también en las series que reproducen la cotidianidad familiar, escolar o profesional, en "encuestas" de opinión que acompañan a la emisión o le sirven de trasfondo, en los reportajes sobre catástrofes o accidentes, en todo tipo de "reality-shows". Esto tiene el efecto de una reduplicación de la realidad social en la que fácilmente la televisión, el medio de masas por excelencia, deja de ser un medio que informa sobre la realidad afuera, para convertirse tendencialmente en la realidad misma. Todo el aparato mediático y su inmenso soporte técnico no hace más que reproducir con algo de glamour nuestra mezquina cotidianidad y sus obsesiones.

El espectador es remitido nuevamente a su propia cotidianidad y a su rutina entre la fábrica, la oficina y el tiempo libre programado. La situación vital no es iluminada hasta penetrar en el sustrato social contradictorio en que se sustenta. Más bien se pasan por alto las contradicciones inmanentes o las posibles alternativas a la vida social dominante. Al contar los problemas y las pequeñas historias de cada día, esa cotidianidad se mete por los ojos al espectador como horizonte insuperable de toda vida humana. No es que en esos productos no se ofrezcan soluciones a los problemas o no aparezcan cambios en modestas dimensiones. Al contrario, las series de televisión producen la impresión de como si para todas esas cuestiones estuvieran listos los remedios, como si la bondadosa abuela o el tío bonachón sólo necesitaran aparecer por la puerta más próxima para poner en orden un matrimonio destrozado. Ahí lo tenemos: el mundo estremecedor de los arquetipos de una "vida sana", que primero dan a los seres humanos una falsa imagen de lo que es la vida auténtica y que además les hacen creer que las contradicciones que alcanzan hasta el fundamento último de nuestra sociedad pueden ser solucionadas y subsanadas a base de relaciones interpersonales, que todo depende de las personas.

Precisamente porque en la industria de la cultura tienden a desaparecer las ideologías manifiestas y tan sólo se hace publicidad para el mundo por medio de su reduplicación, produce dicha industria un acuerdo general con el orden dominante en cada momento. Éste no está necesitado de legitimarse apelando a determinados contenidos políticos o morales, ya que no se presenta con pretensiones de validez normativa. Tampoco se trata de ganarse el acuerdo consciente de los espectadores, sino de conseguir una adaptación inconsciente y una progresiva pérdida del pensamiento crítico. Éste depende de la capacidad para penetrar la mediación social de los fenómenos individuales. El enmascaramiento resulta de la falsa inmediatez producida por el medio, pese a su carácter de construcción selectiva y composición formal: en la presencia directa de la reproducción parece hacerse presente lo reproducido.

La evolución del capitalismo tardío ha reducido a pura ilusión los esquemas de éxito social y económico sustentado en el rendimiento y el esfuerzo individuales. No es que éstos no sigan siendo exigidos, pero la felicidad y el éxito ya no depende de ellos, sino de la "suerte", que es por definición más bien improbable. Lo que sucedía al proletariado en la época del capitalismo liberal, a causa de la "armada de reserva" de los que no tenían trabajo, llega a afectar a las grandes mayorías. Para los individuos que las componen es necesario "tener suerte" de cara al ascenso social o una vida privada maravillosa y digna de envidia como la pintan los medios. Innumerables concursos de todo tipo se encargan de repartir la "suerte" del dinero, la amistad, las relaciones amorosas o la aventura, sin dejar de hacer patente de modo continuo su extrema cercanía con la "mala suerte", con el poder quedar excluido de esos supuestos bienes por dicha "mala suerte". Siendo espectadores de estos concursos se nos muestra que ser espectador y soñar despiertos es lo mejor que podemos esperar para nosotros.

De todos modos, no es la industria de la cultura la que produce la aniquilación del individuo como sujeto autónomo. Lo que ella hace es reforzar su integración contribuyendo a que reconozca y acepte su insignificante valor y su intercambiabilidad, es decir, que de hecho se ha vuelto prescindible como individuo singular y autónomo en el capitalismo tardío. Lo que le sucede a la cultura bajo el imperativo del principio de intercambio capitalista, la denigración de su valor de uso a medio de entretenimiento y distracción, tiene por tanto un carácter ejemplar para el conjunto de la sociedad: su tendencia al conformismo, a la trivialización y a la estandarización está en conformidad con el proceso histórico de "liquidación del individuo" en cuanto signatura de toda una época.

EN MEXICO

POR ERICK ALBA

El crecimiento de la industria cultural en el país, que se refleja en aportaciones al producto interno bruto (PIB) incluso superiores a las que registran sectores que requieren de una mayor mano de obra, aún enfrenta contradicciones que estriban en desinterés del sector gubernamental hacia el reforzamiento de esa industria frente a un aumento progresivo en el número de profesionistas que se suman a la promoción cultural, como derivación de una inamovible postura oficial que centra sus procesos educativos en la predominancia del aspecto tecnológico y el ámbito empresarial.

Diversos análisis especializados y estudios estadísticos señalan un aumento considerable en el grado de estudios que presentan los interesados en fomentar a la cultura de una sociedad como medio de subsistencia colectiva, como se destaca en una ponencia a cargo de Lucina Jiménez López, experta mexicana en temas de promoción cultural, al hablar sobre el Posgrado de Especialización en Políticas Culturales y Gestión Cultural que mantiene abierto la Universidad Autónoma Metropolitana desde 2002, mismo que incorporó una variante de educación a distancia a través de medios virtuales de donde se obtuvo que “estamos ante nuevas generaciones de promotores culturales, cuyos perfiles profesionales empiezan a cambiar, y cuyo rasgo principal es un mayor nivel académico, aun cuando la diversidad es su característica principal”.

La experta basa lo anterior en las estadísticas sobre el nivel académico de los interesados, de donde se obtiene que en lo que respecta a los solicitantes mexicanos, 64 por ciento de quienes aspiran a ser promotores culturales cuentan con licenciatura; 22 por ciento cursó ya una maestría, y los de nivel doctorado representan a 3 por ciento de los solicitantes.

El mismo estudio revela que la gran mayoría de promotores que buscan capacitación académica provienen de estudios humanísticos, pues 18 por ciento son egresados de artes y literatura; 13 por ciento surgió de comunicación y periodismo; derecho, economía y ciencias políticas aportaron 8 por ciento de interesados, mientras que los antropólogos y sociólogos representan 6 por ciento de las solicitudes, y las edades de 82 por ciento de todos ellos fluctúan entre los 24 y 37 años, “etapas de plena productividad laboral e intelectual”, con perfiles laborales que van desde los niveles gerenciales y directivos en 40 por ciento de los casos, mientras que 60 por ciento restante están en las categorías de personal operativo, docentes, editores, bibliotecarios o creadores.

Los estudios internacionales desarrollados por la ONU sobre producción monetaria derivada de la cultura en México, así como la mano de obra que requiere, no son más recientes a 1998, fecha en que se reporta 1.5 millones de personas que viven de la promoción cultural, el equivalente a 3.6 por ciento de la población económicamente activa (PEA) en ese momento para producir 6.7 por ciento del PIB, según indica el economista cultural y directivo de la consultoría The Competitive Intelligence Unit, Ernesto Piedras Feria, lo que coloca a un activista cultural, público o privado, con cerca del doble de producción monetaria en comparación con un trabajador de la rama textil o automotriz en México.

Sin embargo, la postura gubernamental no evolucionó con la misma rapidez que la promotoría cultural en México, lo que deriva hoy en que existan pocos espacios para la capacitación de nuevos gestores culturales, a excepción de los que promueve el sector oficial a través del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), por medio de enlaces satelitales en distintos puntos del país para atestiguar seminarios y conferencias, y las que ofrece bajo el mismo formato la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES).

En entrevista ofrecida ayer a este diario por el investigador mexicano con reconocimiento internacional, Ricardo Pérez Montfort, esa lenta visión gubernamental sobre la promoción de la cultura con fines de industrialización, es el resultado del modelo neoliberal que ya entró en franca decadencia: “un factor importante se refiere a que (el gobierno) ponderó en los últimos 20 o 25 años la educación tecnológica y el espacio empresarial; esto tiene que ver con la imposición del neoliberalismo y de las empresas (tecnológicas) como motor del desarrollo económico, no tanto en el cultural y la cuestión identitaria.

“Creo que el neoliberalismo está de capa caída, aunque se pondera todavía en los procesos educativos; el arte no forma parte relevante del proyecto de educación y esto sucede en buena parte del mundo, no sólo en México, además de que hay una desresponsabilización del Estado sobre el estudio y apoyo a los grupos étnicos, al contrario de lo que sucedía antes, cuando sí había una preocupación por estos sectores. Yo atribuyo todo esto al modelo económico”, indicó el especialista surgido de la UNAM.

Las alternativas que ofrecen otros expertos para promover la expansión del sector cultural como generadores de divisas, como la del presidente del Centro Regional para el Fomento al Libro en América Latina y el Caribe, dependiente de la UNESCO, Raúl Zorrilla, se refieren a la implementación de incentivos fiscales semejantes a las que disfrutan otros sectores productivos y que permitan la creación modelos de financiamiento para competir con micro, pequeñas y medianas empresas.

Las aseveraciones de Zorrilla surgieron en el Foro de Industrias Culturales, las Nuevas Empresas, Desarrollo Económico e Identidad Cultural, realizado en León, Guanajuato, en septiembre de 2006, donde dijo que el Sistema de Cuentas Culturales reconocía en el año 2000 a la explotación cultural como la tercera industria en importancia del país, después de la industria maquiladora, con una aportación anual de 10 por ciento al PIB, y el sector petrolero, como una participación de 8 por ciento, seguido de la promoción cultural con 6.7 por ciento de aportación a las arcas nacionales.

El funcionario internacional coincidió entonces con Ricardo Pérez Montfort, al señalar que el fomento de la industria cultural como imán de nuevos recursos, contiene elementos inherentes que refuerzan “valores, conceptos, estética, soberanía y hasta el nacionalismo”.

De esa fecha hasta hoy, algunas universidades públicas incorporaron planes de estudio especializados en la gestión cultural, como lo hizo la Universidad de Guanajuato en agosto de 2006, al poner en la oferta la licenciatura en Cultura y Arte, “para facilitar la formación de personas capacitadas, prioritariamente en la promoción, organización y dirección cultural”, según indica la página electrónica de esa casa de estudios.

Por lo que se refiere a Michoacán, la industria cultural es la segunda fuente de ingresos en importancia, al colocarse por debajo del envío de remesas extranjeras y al unir su producción monetaria con la promoción turística, aunque a pesar de la importancia que muestra esta rama para la economía estatal, aún no existe un padrón fiable sobre la cantidad de promotores culturales que existen en el estado, sobre sus especializaciones o sus acciones concretas.

Datos proporcionados por la Secretaría de Cultura de Michoacán, a través de la Dirección de Formación y Educación, señalan la realización de diversos diplomados en Gestión Cultural en municipios como Ciudad Hidalgo, Lázaro Cárdenas, Morelia y la región Oriente del estado, bajo patrocinio del CNCA y la misma dependencia estatal, aunque la información ofrecida sólo indica la asistencia de 22 interesados al diplomado en Morelia y se desconocía el número de participantes en el resto de las sedes.

El perfil de los que se tienen contabilizados, señaló Elsa Vega, trabajadora del mismo departamento, se refiere a directores de las casas de cultura, regidores del área cultural, promotores independientes e integrantes de asociaciones civiles relacionadas con la promoción de la cultura en el estado.

Por su parte, casas de estudio como el Conservatorio de las Rosas, la Escuela Popular de Bellas Artes o la Facultad de Filosofía Samuel Ramos, principales productores de gestores culturales independientes, carecen hasta el momento de una metodología de seguimiento sobre sus egresados, y aunque existe un plan para implementar esa investigación, como revelaron los directores de las dos últimas dependencias, Adriana Rovira y Eduardo González, respectivamente, hasta el momento es imposible definir el grado de contundencia que los estudios artísticos ofrecidos en Michoacán alcanzan en el reforzamiento de la economía estatal a través de su arte y cultura.